(los nephilim son humanos con almas de otras razas conocidos como herederos de otra era)
[i]En la antigua lengua, Jayán significa "gigante". Era una raza de seres de gran tamaño con apariencia humanoide, que no tenían lazos hacia ningún elemento en concreto. Se dice que poseían cuernos y un tercer ojo en la frente con el que eran capaces de ver espíritus. El número de Nephilim que ha nacido a partir de ellos es bastante considerable, aunque no tan grande como el de los Sylvain o el de los Daimah. Según parece, son ligeramente más numerosos en el sur de Midgard, pero no hay ningún motivo concreto para ello. Sus almas son simples pero poderosas, e influyen en sus cuerpos principalmente a nivel físico. Aunque tienen origen místico, los efectos sobrenautrales y los conjuros les afectan con facilidad.
La principal característica que han heredado de sus antiguas vidas es su enorme tamaño, que usualmente llega a superar el metro ochenta en el caso de las mujeres y los dos metros en el de los hombres. Suelen tener siempre una complexión fuerte y una musculatura muy desarrollada. Sus pieles tienden a ser morenas, incluso en aquellos Nephilim que crecen en lugares donde no toman normalmente el sol. Los rostros de los Jayán tienen rasgos duros y bien definidos, con el pelo espeso y de color habitualmente castaño. Su esperanza de vida es la misma que la humana, aunque su cuerpo madura muy rápidamente y, con apenas 15 años, pueden haber alcanzado ya todo su tamaño. A pesar de que no es nada común y los casos han sido excepcionales, algunos de ellos han desarrollado pequeñas deformaciones en sus cráneos que han formado cuernos en sus frentes. Estas prolongaciones surgen a partir de los 10 años de edad, y el crecimiento es un proceso largo y doloroso.
El eco de sus almas en su personalidad les vuelve unas personas firmes y decididas, pero con una enorme propensión a perder los nervios y actuar de un modo violento. Les gusta especialmente hacer las cosas manualmente y sacar provecho de su fortaleza. Cuando empiezan algo es muy dificil hacerles desistir de sus objetivos, y llegan hasta el final afrontando todas las consecuencias. Sienten un gran aprecio por sus compañeros y no temen decir abiertamente lo que piensan en cada situación. Actúan generalmente en grupo y nunca rechazan la ayuda que se les brinda si realmente la necesitan. No soportan la inactividad y, si no tienen nada que hacer, buscan algo en lo que puedan invertir su tiempo. Aunque carecen del tercer ojo que caracterizaba a los Jayán, a veces pueden ver el mundo de los espíritus y sentir cosas del más allá, lo que a menudo les inquieta.
Resulta muy poco frecuente que los Jayán sueñen con fragmentos de su vida pasada, e incluso cuando lo hacen, no es habitual que actúen en consecuencia.